“Nuestro lenguaje forma nuestras vidas y hechiza nuestro pensamiento”
— Albert Einstein
El lenguaje es fundamental en nuestras vidas, según Einstein, moldeando nuestra percepción y acción. Nos permite distinguir y aprender. La ciencia ilustra esto: con tecnología avanzada, vemos aspectos de la realidad antes invisibles. En el ámbito laboral, profesionales como médicos, mecánicos o arquitectos manejan distinciones específicas para su eficacia. En entornos sociológicos, las distinciones son clave para la supervivencia, como en la selva amazónica. Solo podemos observar lo que distinguimos en el lenguaje, lo que podemos nombrar. El coaching utiliza distinciones para ampliar la perspectiva y promover acciones diferentes. Estas distinciones son flexibles y evolutivas. Se distingue entre conocer y distinguir: conocer implica entendimiento racional, mientras que distinguir implica una integración personal y práctica. Por ejemplo, mientras muchos conocen sobre la variabilidad de la calidad del vino, solo los expertos pueden distinguir entre cosechas con precisión a través de la degustación.
Expectativas o compromisos
“Los fracasos son más dolorosos cuanto mayores son las expectativas”.
José Antonio Marina
Expectativa es la esperanza de realizar o conseguir algo, el anhelo de que se produzca un determinado resultado. Por ejemplo, tenemos expectativas para con nuestras parejas, nuestros hijos o con las empresas en las que trabajamos. Esperamos que si cumplimos con nuestras obligaciones, recibiremos una subida salarial a final de año o que nuestra pareja nos hará un regalo el día de nuestro aniversario. Tenemos la expectativa de que nuestros colaboradores cumplirán con sus obligaciones de forma eficaz o que nuestros hijos se aplicarán en sus estudios.
Sin embargo, el concepto de expectativa no está asociado necesariamente a la acción, a la determinación necesaria para dar pasos orientados a lograr aquello que deseamos. La expectativa transcurre muchas veces sin expresarse y es en este ámbito en el que planteamos esta distinción.
Es muy habitual en el entorno profesional encontrarte discutiendo/conversando sobre la “falta de compromiso” de los profesionales que actualmente forman parte de nuestras empresas. En muchos casos, es casi una preocupación que tiñe toda acción del departamento de recursos humanos, de los Comité de Dirección, y de los/las responsables de equipo.
Si ponemos más foco en la Expectativa, ésta es unilateral, percibimos la Organización como esperamos y deseamos que sea, aunque nadie nos haya prometido nada. Si la Organización no responde a nuestras expectativas nos quedamos en el resentimiento, en la Queja. Buscamos Culpables, y los encontramos en el jefe, en el departamento de Recursos Humanos, en los compañeros, en cualquier lado menos en nosotros. Somos Víctimas.
Existen diferentes razones que pueden hacer que nos mantengamos en mundos de expectativas. Seguramente la más frecuente es la de la obviedad. Para nosotros está tan claro cómo tienen que ser las cosas que no se nos ocurre que tal vez el otro tenga una visión diferente. Puedo pedirle un determinado trabajo a un colaborador y darle una serie de indicaciones sobre cómo hacerlo, pero olvidar hacer referencia a los plazos y frustrarme luego al ver que se toma más tiempo del que yo esperaba. Mi petición no fue completa y en consecuencia mis expectativas quedaron insatisfechas.
En situaciones como esta tendemos a responsabilizar al otro de su falta de diligencia o su poco compromiso en vez de asumir que nuestra expectativa no fue adecuadamente traducida a una petición y que eso generó un error de interpretación.
Otra forma de mantenerse en mundos de expectativas es no haciendo peticiones de forma franca y abierta, tal vez para evitar un no, tal vez para no mostrar la vulnerabilidad de necesitar algo o porque pensamos que el otro tiene que saber (y darnos) lo que necesitamos.
Hay muchas ocasiones en que no hacemos peticiones directas: “¡qué ganas tengo de tomarme un café!”. “¡Ay, qué bien me vendría ahora una ayudita!”. “¿Habrá revisión salarial este año?”. Ninguna de estas frases son peticiones, por mucho que nos parezca que estamos siendo muy claros y que a buen entendedor pocas palabras bastan.
El problema es que cuando no expresamos nuestras necesidades con honestidad y franqueza, tenemos muchas posibilidades de quedar insatisfechos y frustrados. En cualquiera de los casos, en la expectativa no hay conversación o la conversación es insuficiente. Hay exceso de “yo espero”, “yo supongo”, “yo creía que”, “yo había dado por hecho”. No se hacen peticiones o se hacen de forma incompleta. En la expectativa hay mucha queja, frustración y también resentimiento.
Sin embargo, cuando nos comprometemos con nuestras necesidades, deseos y anhelos, pasamos a la acción de forma directa y franca, porque nuestro compromiso está puesto, lícitamente, en aquello que queremos lograr. Esto nos permite hacer peticiones directas, mostrarnos vulnerables y arriesgarnos a que nos digan que no.
Cuando habitamos mundos de compromisos, generamos las conversaciones necesarias para acordar y obtener el compromiso del otro. Podemos hacer peticiones y ofertas, cerrar acuerdos o reclamar cuando no se cumplen las promesas. Por otro lado, el Compromiso es un acuerdo. Nos obliga a dar cuenta de lo prometido (voluntariamente). Cuando asumimos (no solo aceptamos) el acuerdo: nos comprometemos. En el compromiso hay una motivación implícita. Puede ocurrir, y ocurre, que aunque la motivación desaparezca, sigamos asumiendo los mismos compromisos porque los hemos tomado como una obligación.
Si no cumplimos con el compromiso se nos puede Reclamar el cumplimiento, somos protagonistas, y además en vez de buscar culpables nos/les convertimos en Responsables. Podría resumirse en este cuadro:
Expectativa Compromiso
¿Cómo me siento? | Víctima | Protagonista |
¿Qué busco? | Culpables | Responsables |
¿Qué se generan? | Conflictos | Responsabilidades Compartidas |
El compromiso hace que la expectativa se convierta en un trato/ acuerdo. Hace desaparecer la expectativa para subir un escalón más: Compromete a las personas.
Desde mi punto de vista no se trata del dilema de gestionar expectativas sino de gestionar compromisos que nos obliguen (desde la asunción) a su cumplimiento. Para lo cual las Organizaciones tendrían que analizar cada compromiso que proponen sobre la base de: ¿he involucrado a las personas que tienen que hacerse cargo del mismo? ¿Se lo he comunicado? ¿Están de acuerdo con él? ¿Están capacitadas? ¿Qué se puede hacer desde mi posición para paliar esas carencias y facilitar las cosas? ¿Son compromisos adheridos a la misión de los puestos? ¿Se comparte la misión del puesto?
Ser Protagonista exige asumir la responsabilidad y esto es algo que a veces produce vértigo. Asumir compromisos o proponerlos, es necesario que los profesionales se sientan libres. Y la libertad es un concepto que en nuestra sociedad ha sido aceptado como real pero no del todo ejercido.
Asumir la Libertad requiere de capacidad de Autonomía, Independencia, Asertividad, Responsabilidad, Asunción de Riesgo…¿Cuántos profesionales conocemos así? La mayoría tienen siempre una buena excusa para justificar su situación. A Jorge Valdano le escuché decir “Con el nacimiento de la excusa desaparecieron los errores”.
Es necesario, por tanto, generar una Cultura que haga que las personas adquieran pequeños compromisos con las personas con quienes se interrelacionan. Compromisos necesarios para hacer más operativo el día a día, que reduzcan las quejas y los conflictos y mejoren la convivencia.
El Compromiso nos hace libres, nos libera de las garras de las expectativas de los otros, y nos hace responsables. ¿te atreves?